En junio de 2023, el submarino Titán, perteneciente a la empresa Oceangate, se esfumó durante una expedición al Titanic llevando a cinco personas, incluyendo al director general de la compañía, Stockton Rush. El incidente resultó en una pérdida de vidas muy lamentable, un suceso que muchos consideraron podría haberse evitado, dado el conjunto de advertencias previas. David Lochridge, quien trabajó anteriormente en Oceangate, fue uno de los principales denunciantes que señalaron las deficiencias de seguridad en el diseño del Titán mucho antes del desafortunado evento. Su denuncia, no obstante, no fue tomada en cuenta, y él fue despedido en 2018 después de manifestar sus inquietudes. Ahora, tras el desastre, Lochridge da su testimonio y saca a la luz las fallas de seguridad que, según él, contribuyeron al lamentable suceso.
Lochridge fue parte de Oceangate desde 2011, comenzando como Jefe de Operaciones Marinas, y estuvo entre los pioneros en el equipo que desarrolló el Titán, un submarino destinado a llevar visitantes a explorar los restos del Titanic en el lecho del océano Atlántico. En un inicio, concebir un vehículo sumergible con un casco hecho de fibra de carbono representaba una idea novedosa. Sin embargo, con el progreso del proyecto, Lochridge notó importantes fallas en los materiales y en la fabricación. Preocupado por la seguridad de las futuras misiones, intentó advertir a la compañía sobre los peligros inherentes al diseño y las insuficientes pruebas del Titán.
Desacuerdos y advertencias ignoradas
Lo que inició como una labor apasionada para Lochridge se volvió cada vez más preocupante. Conforme las pruebas del Titán progresaban, observó numerosos errores en las partes del sumergible, especialmente en el casco de fibra de carbono. Encontró que el material empleado no solo presentaba defectos, sino que también no tenía la resistencia necesaria para aguantar las presiones extremas a las que el sumergible estaría sometido a 3.800 metros bajo el mar.
Lochridge subrayó la importancia de obtener una certificación de seguridad de una entidad independiente, algo que veía como crucial debido al carácter experimental del diseño. No obstante, la compañía hizo caso omiso a sus inquietudes. Desde el año 2016, cuando la empresa dejó de asociarse con el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad de Washington y empezó a operar internamente, las preocupaciones de Lochridge se intensificaron.
En 2018, tras varios esfuerzos infructuosos por captar la atención de los encargados de Oceangate, Lochridge optó por presentar una queja ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA). Su informe, que se centraba en los peligros asociados a la construcción del Titán, fue remitido igualmente a la Guardia Costera de Estados Unidos, pero la respuesta fue tardía y, según Lochridge, ineficaz.
La reclamación y la terminación
Lo que parecía ser una acción valiente para salvar vidas terminó siendo el principio de una serie de represalias por parte de Oceangate. Tras hacer públicas sus preocupaciones, Lochridge fue convocado a una reunión con Stockton Rush y otros directivos de la empresa. En esta reunión, tras un acalorado intercambio de opiniones, Rush se mostró escéptico ante las advertencias de Lochridge y, al día siguiente, lo despidió.
Poco después de que lo despidieron, la compañía demandó a Lochridge por violar su contrato y otras alegaciones, lo que resultó en una disputa legal entre ambas partes. A pesar de los desafíos judiciales y la presión, Lochridge permaneció decidido en su posición y siguió intentando advertir sobre las fallas de seguridad en el Titán.
La tragedia y los aprendizajes ignorados
El informe de la Guardia Costera de los Estados Unidos sobre la implosión del Titán en junio de 2023 confirmó lo que Lochridge había advertido años antes. El informe detalló una serie de fallos en la seguridad y las pruebas del sumergible, coincidiendo con las denuncias del ex empleado de Oceangate. A pesar de estas advertencias, la compañía siguió adelante con las expediciones, lo que llevó a la tragedia.
La explosión interna del Titán y la subsiguiente pérdida de vidas destacan las devastadoras consecuencias de ignorar las advertencias relacionadas con la seguridad en proyectos ambiciosos. El suceso enfatiza la relevancia de contar con una supervisión estricta y de prestar atención a las voces de expertos y denunciantes dentro de las organizaciones. A pesar de los intentos de Lochridge y otros para detener el avance del proyecto, se pasaron por alto tanto el sistema de seguridad como las certificaciones necesarias, conllevando a la tragedia.
Repercusiones y medidas futuras
Después del suceso fatal, Oceangate reaccionó con prontitud, aunque no logró evitar la desgracia. La compañía detuvo sus actividades y cooperó con las averiguaciones. No obstante, el impacto ya se había producido y la pérdida de vidas dejó una marca en el sector. En opinión de Lochridge, el incidente podría haber sido prevenido si tanto las autoridades como la empresa hubieran procedido con más cuidado.
El caso del Titán plantea una serie de preguntas sobre la responsabilidad empresarial y la falta de supervisión adecuada en proyectos innovadores. Las lecciones que se deben aprender incluyen la necesidad de una mayor transparencia, una investigación exhaustiva y un enfoque más serio hacia la seguridad en la industria tecnológica y científica.
El denunciante, que continuó firme en su postura a pesar de los obstáculos, no solo persigue justicia para los afectados, sino también asegurar que sucesos como el del Titán no vuelvan a ocurrir. El impacto de esta tragedia podría ser la modificación en los procedimientos de seguridad para futuros proyectos submarinos y otras iniciativas tecnológicas de alto riesgo.
